De la Redacción
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Mogadiscio, agosto (SEMlac/UNFPA).- Los meses de vacaciones de la escuela, julio, agosto y septiembre, son "temporada de cortar" para muchas niñas en Somalia, ya que sirve para que viajen a que les hagan la mutilación genital femenina y tengan tiempo de recuperarse. Esto ocurre también en Nigeria y Guinea.
A las niñas se les mutila por varios motivos: para controlar su libido o con fines estéticos; por motivos de higiene, como un rito de paso, y también como requisito para el matrimonio. Pero es una práctica con muchos riesgos de salud, que incluyen hemorragia, infección, complicaciones en el parto y la muerte. En todo caso, la mutilación genital femenina es una reconocida violación a los derechos humanos.
Peligros
Cerca de 98 por ciento de las mujeres y niñas en Somalia han sufrido mutilación genital femenina (FGM). Normalmente se las opera entre los siete y los 10 años, "es mejor hacerlo antes que el tejido madure, pues las niñas mayores tardan en más recuperarse", dice la señora Ibrahim, que se dedica a esto desde 1997.
La señora Ibrahim tiene claro los peligros. Cuando empezó a hacer el trabajo de circuncisión que hacía su madre, fue motivada por el deseo de proteger la salud de las niñas.
"Mi madre usaba la misma navaja en todas las niñas. Mi hija se enfermó, y en el hospital dijeron que se infectó a raíz del procedimiento. Le pedí a mi madre que dejara de trabajar y empecé a hacerlo yo. La mutilación es importante en el tránsito de niña a mujer, por eso todas las niñas de mi familia serán circuncidadas."
El mundo está cambiando. "La temporada de vacaciones es cuando traen a niñas de Estados Unidos, Europa y Djibouti a operar", señala Ahmed Jama, especialista del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) en el tema de la MGF.
El Fondo de Población se alía con el gobierno, personal de salud, organizaciones locales, líderes religiosos y jóvenes activistas para alentar a la comunidad y a los tomadores de decisiones a abandonar esta práctica.
El instituto de Ciencias de la Salud de Hargeisa revisó su plan de estudios de partería el año pasado, con la asesoría del UNFPA, para enseñar cómo manejar las complicaciones de la MGF al momento de dar a luz. El programa también entrena a las futuras parteras para que hagan abogacía a fin de que se abandone la práctica.
El líder religioso Almis Yahye Ibrahim también abraza el cambio. Es uno de los seis jeques parte de una red contra la mutilación genital femenina (MGF). Predica contra la práctica a las 5.000 personas que se congregan en la mezquita Ibrahim Dheere.
La mayor diferencia la ha visto la generación de su hija, pues las jóvenes están salvándose de esta práctica. Ninguna de las hijas del jeque ha sido cortada. "No querría destruir nada en ellas. Quiero que permanezcan tal cual Alá las creó".